sábado, 31 de octubre de 2015

En Arabesco silencio. Regino E. Boti











"En su vida familiar era un hombre modesto, silencioso. Amaba el silencio, lo necesitaba. No imponía a nadie su criterio. Cada uno expresaba lo que quería y cómo entendía los asuntos. Lo más que hacía era discretamente llamarme la atención cuando estabas equivocado y te argumentaba el porqué…"

Florentina R. Boti León












Los robles caen

(Parábola de la Vida y de la Muerte)

Recorren la Horas con rítmico paso su senda invisible
y trozan los robles proceros con hacha intangible.
Es su ronda constante y profícua: la obra no cesa.
Los robles más viejos no encaran su curso. La espesa
trabazón de las ramas se aclara a los golpes fugaces
y ruedan los troncos vetustos en haces…
Se atristan los bosques al tajo de luz providente;
inmaturo viandante desoye el crujir inminente,
no el que arrugas ostenta, pues éste no ignora
que una Hora es la vida y la Muerte otra Hora.
Que prosiga la rítmica ronda su lucha intangible
y que aterren los robles al golpe invisible.
Es la obra fecunda del Caos. Es el alma del Evo
que por cada árbol seco desdobla un renuevo…
La selva se irisa. La sombra decrece;
Pero viene la savia impetuosa y la selva verdece.
Que caigan y emerjan los robles. Es ley impasible de vida.
Restañemos la sangre que arroja la herida
y a la vez es preciso llegar a la faz del otoño
con un himno en los labios para bien del turgente retoño.
Van las Horas con rítmico paso: su ronda invisible
cercena los robles con hacha intangible.

29 marzo 1912         





  


En la magia del crepúsculo 

Desde el balcón ruinoso de barandal antiguo
que como boca horrible del muro se contrae,
miro con ojos tardos hacia el vergel contiguo
en donde el viento airado las pompas verdes rae.
En el confín borroso, un horizonte ambiguo
de mar y de montaña, glaucos remedos trae,
cuando el crisol de ocaso vierte su chorro exiguo
de púrpura encendida que en el paisaje cae.
Mis sueños de conquistas morales y preseas
me acusan de cobarde; me execran mis ideas;
la soledad me arrulla con su mordiente dejo.
Imagen de mi vida de solitario, un triste
y añoso cocotero llora, reza y asiste
al gran sepelio gualda con manto de oro viejo.

10 diciembre 1906  









Partitura anónima 

Llueve, ranchea y zumba el viento.
El agua emperla el nublado gris
y se quiebra la lluvia como un lamento
psíquico sobre el techo de zinc.
Calma. Se aclara el cielo en breve;
las canales cesan de chorrear.
Tin, blon, tin, repica el agua que mueve
el zinc.
(El zinc es un wagnerizante natural.)
En el silencio del mediodía
entornados los ojos, veo pasar
los Murmullos de la selva por la selva de armonía
que dos gotas, en dos tonos, al rodar
repetidas con isócrona maestría
llegan a orquestar.
Tin, blon, tin, el pentagrama sapiente
de la nostalgia y del dolor,
tan sencillo y tan complejo que se siente
en su música del ensueño la emoción.
El zinc lleva la pauta del sinfónico
poema de dos gotas en dos tonos, nada más.
Son un grito polifónico
que sintetiza una ópera natural.
Tin, blon, tin…
(El zinc es un wagnerizante natural.)

Septiembre 1913          

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