martes, 27 de octubre de 2015

Versos callados. Geordany Carcasés







Tengo mi propia versión del optimismo. Si no puedo cruzar una puerta, cruzaré otra o haré otra puerta. Algo maravilloso vendrá, no importa lo oscuro que esté el presente.

Rabindranath Tagore











El ciclo de algunas tristes condiciones

  Un pozo confiesa ser la copa de un gigante,
hechizado por las tierras altas donde nace el río, 
siente que peca cuando sus paredes castigan con fuerza las aguas subterráneas. 
Cumple su yo en el espacio,
descansa. 

Libre de la voluntad de las aguas se detiene en el desierto;
doblega al sol iluminar el fondo y repite pensamientos 
divinos silentes como fruto del reposo. 
La arena construye castillos monstruosos donde ocurren cosas que hay que defenderlas cueste lo que cueste. 

Al fondo la niebla ronda, 
prepara una red imaginaria de humo dulce que comienza a desangrar polvaredas infestadas por desperdicios insignificantes. 
Acomodado tras las horas de sol, 
transmite el sosiego del jardín que no molesta a nadie, 
que no arroja piedrecitas y no corre entre las plantas;
observa que la luz se mueve por sorprendente variedad de paisajes, 
Algunas partículas vienen y van en forma de hilos cristalinos. 
De pronto la tierra erosiona de manera brusca enredando tallos a su cuerpo.
A poca distancia se agita un escorpión, 
que huye de buitres que circundan la cabeza.

Vuelan a la misma altura del relámpago 
y cree que sus banquetes ostentan estrellas de su constelación. 
El ojo del arácnido no esta hecho para imaginar las cosas de este modo, 
los cierra. 
Espíritus poderosos de épocas toscas y rigurosos procedimientos descomponen. 
Digieren.
Carbonizan.
Lo dibujan en la roca, 
lo salvan. 

La voluntad de vida impone silencio. 
Las piedras callan, se amontonan,
son alimentos fáciles para las aguas,
platos imprescindibles debido a su propiedad aglutinante. 
El pozo sabe que el ciclo de estas tristes condiciones, 
en donde el relieve de su cauce se evapora, 

lo convierte en el primer buscador.













Ventana

Está Job mirando por una ventana,
lo recuerda todo.
Su rostro expresa el aspecto feroz de ardilla habitual.
Suena un piano en la alcoba.
Grita para oír por un instante el alma llena de paz.
La brisa levanta polvo 
y en instantes parpadean los ojos,
el mismo ardor profundo que provoca la luz ...pensó.
Job parado en la ventana
y las hojas de los arboles cayendo por el peso del estiércol de los pájaros.

A lo lejos con dificultad observa unos soldados cargando barras de leña.
El ramaje seco al hombro sujetado por aquellos brazos.
Construyen pequeñas cruces,
el reloj da la hora,
es mediodía.
Job sigue parado en su ventana.
Publica una lágrima
y el polvo se queda quieto.












Mi padre murió en duelo por un contrabandista inglés

Mi padre murió en duelo por un contrabandista inglés, 
en mil setecientos treinta en Portugal.

Mi padre murió por un infarto masivo mientras violaba a una clarividente,
en mil setecientos quince en Amsterdam.

Mi padre murió de la peste y fue lanzado desde un barco en el Atlántico,
en mil setecientos cuarenta y cuatro después de salir de África.

Mi padre murió en la horca bajo las órdenes de Tupac Amaru,
en mil setecientos ochenta y dos en el Cuzco.

Mi padre murió destripado por cocodrilos después de incendiar sus telares e hilanderías,
en mil setecientos ochenta y cinco en el noreste del Brasil.

Mi padre murió atragantado por su propia lengua mientras lo exorcizaba un apacible cura rural,
en mil setecientos noventa en boca de tigre Uruguay. 

Mi padre lo mató el Siglo de las Luces.





Geordany Carcasés, artista cubano multidisciplinar, músico,  director teatral, actor y poeta, nos brinda dos de los poemas  que fueron publicados en la prestigiosa revista americana Cuadernos de ALDEEU,  Mi padre murió en duelo por un contrabandista inglésVentana. Agradecer especialmente que haya querido compartir en este blog uno de sus poemas inéditos, El ciclo de algunas tristes condiciones.

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